
La arrogancia humana es tan firme que la mayoría realmente cree que podemos controlar el futuro sin reparar nuestro pasado. Sin embargo, lo que realmente nos compete como especie ‘sabia’ debe ser lo que acontece en la actualidad. Porque tenemos muy poco tiempo para corregir los errores de nuestros antepasados, y asegurar la existencia de nuestros descendientes.
Hace décadas venimos experimentando un cambio exponencial que consolida gradualmente nuestro fracaso de poder establecer sistemas que erradiquen el mal social de la neutralidad. Alimentamos la inequidad, el racismo, el sexismo, el prejuicio, la explotación de nuestros recursos naturales, la codicia y el miedo, entre otros ‘pecados’ - en parte con ignorancia y en parte con alevosía. Nuestra continua falta de empatía parece dominar la inacción de millardos de habitantes del mismo terreno, que hasta hoy día, es nuestro hogar. Mientras gozamos del espejismo de la incapacidad, que adorna nuestras economías, esperanzadamente aguardamos un cambio definitivo, pero siempre de la autoría de alguna superpotencia distante.
Mientras esperamos, la pobreza, la corrupción, la guerra, el terrorismo, la polarización política y la contaminación, se expanden aceleradamente por las venas de nuestros pueblos para satisfacer lo que parecería ser un acto de suicidio masivo.
¡Abusar de la suerte puede ser el fin de nuestras garantías!
Por eso, debes saber que tus necesidades son nuestras necesidades, que tus acciones son nuestro destino y que tu integración es nuestro único camino a la coexistencia.
Tú decides. Hablemos ahora…
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