¿La Inteligencia Artificial? ¿Unir a la Humanidad?

Vivimos en una era sin precedentes. En serio.

Por primera vez en la historia, el mundo entero comparte un poder que conecta más allá de razas, religiones, ideologías o fronteras: el aprendizaje automático (machine learning)… o como prefieras llamar a este ente que creamos y que ahora nos observa, paciente y preciso, desde los algoritmos. Es la alternativa a la inteligencia —o a su ausencia— en construcción, que avanza exponencialmente y promete transformarnos como nunca antes.

Como instrumento—ya integrado en nuestras rutinas sin que lo notemos—no pertenece a un país, ni a una empresa, ni a ningún grupo tribal. Es, irónicamente, una creación humana con un potencial verdaderamente artificial.

Y ahí está lo interesante: esta tecnología no siente odio, no busca dividir, no se ofende en redes sociales. Aunque muchos lo olviden —o prefieran proyectarle nuestras propias emociones—, solo procesa datos. ¿Puede eso, por muy frío que suene, ser justamente lo que necesitamos para construir una sociedad más racional?

Según datos recopilados por IEBS, el 77% de las empresas ya usan o están explorando la IA en sus procesos operativos, y se estima que el mercado global de IA superará los 407 mil millones de dólares en 2027, con un crecimiento anual del 36,2%

Entonces, ¿qué estamos esperando? ¿Dejarnos arrastrar por el cambio o aprovecharlo para dar forma a un futuro más inclusivo y eficiente?

Un instrumento sin prejuicios—

A diferencia de nosotros, la IA no juzga. No discrimina. No tribaliza. Procesa datos, identifica patrones y ofrece soluciones basadas en lógica, no en emociones ni miedos. Un estudio de IBM demuestra que algoritmos bien diseñados pueden reducir los sesgos humanos hasta en un 80% en procesos de selección laboral o toma de decisiones estratégicas. Eso, sin duda, nos ayuda a mejorar la eficiencia y nos da una oportunidad única de ser más justos para promover la vida y maximizar el potencial colectivo hacia la coexistencia.

El peligro de quedarnos atrás—

La otra cara de la moneda es el riesgo. Según el McKinsey Global Institute, entre 75 y 375 millones de trabajadores en todo el mundo podrían necesitar cambiar de ocupación para 2030 debido a la automatización impulsada por tecnologías como la inteligencia artificial y la robótica. Esta cifra representa entre el 3% y el 14% de la fuerza laboral global, dependiendo del ritmo de adopción tecnológica en distintos países y sectore. Si seguimos defendiendo prácticas obsoletas y divisiones sociales heredadas del pasado, nos quedaremos atrás—sin duda. No por culpa de la IA, sino por nuestra terca resistencia al cambio.

No es solo tecnología. Es evolución social—

La IA debe convertirse en un puente donde antes solo había muros. Pero para lograrlo, necesitamos más que código y algoritmos (más gente): necesitamos voluntad (más colaboración). La voluntad de cooperar, de replantear nuestras estructuras, de dejar de ver al otro como enemigo y empezar a vernos como parte de un mismo sistema natural/humano (porque eso somos).

Un llamado a la acción para ti—

No estoy hablando solo de avances tecnológicos. Estoy hablando de una transformación sociotécnica; una revolución cultural que puede ser beneficiosa. ¿Qué crees que pasaría si solo usáramos la IA (y su poder de transformar) para dividir? ¿Cómo cambiaría el panorama si decidimos usarla para unir?

¿Y si la aplicáramos para erradicar desigualdades, facilitar la educación, optimizar los sistemas de salud o gestionar mejor nuestros recursos? ¿Y empezamos a ser menos humanos (en términos de lo que nos limita), pero mucho más humanos (en cuanto a la compasión que nos amplía y potencia?

La IA es la llave maestra, la fuerza poderosa para ayudarnos a resolver nuestros problemas juntos.

Evoluciona tu perspectiva como usuario/a, y adelanta nuestra humanidad como creador/a. Usa la inteligencia artificial para construir un futuro sin divisiones, desarróllala para dejar atrás un pasado de limitaciones.

Comparte tu perspectiva.